El muchacho albino secuestrado por los ladrones

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La situación económica mundial está llevando a la ruina psicológica y social de la mayor parte de la población. Vivimos en una sociedad cautiva y desarmada, como dijo aquel hombre bajito, y con muy mala ostia, acerca del resultado final de su ataque al legítimo gobierno de la República. Hoy en día mandan el neoliberalismo de los chinos, alemanes y yanquis, dueños de los canales de información, los parlamentos y los ejércitos. Sus servicios secretos han resultado mucho más eficientes en la caza del rubio australiano Julian Paul Assange, que en el caso del, hasta ahora, enemigo público número uno mundial Bin Laden.

Nuestros políticos, serviles lacayos de los bancos (auténticos ladrones de guante blanco), acatan sumisos sus órdenes sin inmutarse, hasta conseguir despojar a la sociedad de sus más elementales derechos como ciudadanos. En otras partes de Europa, casos de Grecia, Italia, Francia, Portugal e Inglaterra, buena parte de la sociedad se ha echado a la calle para protestar contra semejante atropello social. Esta dócil casta política nuestra, ejecuta, sin rubor alguno, medidas correctoras contra el estado del bienestar, dictadas desde lujosos despachos de dirección de los grandes bancos, y lo que es peor, sin que la parte más afectada, la clase trabajadora, reaccione. Es más fácil señalar con el dedo acusador a los críticos, acusándolos de antisistema, que despertar de la borrachera de tranquilidad y estupidez permanente. A lo mejor el gordo nos lo arregla todo, o, si este lo hace mal, ponemos después al otro. El españolito de a pie, como siempre, esperando a que se lo den todo hecho.

En fin, os dejo un enlace con nostalgia y... muy recomendable, y una reciente columna de opinión del inigualable Manuel Vicent.


Prometeo

Cada día hay más distancia entre los que saben mucho y los que saben poco, entre los que lo pueden todo y los que no pueden nada. Cada día son más los que obedecen ciegamente a unos pocos y es más profundo el vacío entre esos seres innombrables que ostentan el poder sin límite sobre nuestras vidas y la sociedad invertebrada que se mueve abajo como un ganado lanar. No obstante, existen unas reglas precisas para que la gente obedezca sin rebelarse, creyéndose libre. Ante todo hay que tener al público contento y culpabilizado, sin darle tiempo a pensar. En cualquier caso, será necesario agitarlo con un látigo para que baile y se divierta ante una hipotética catástrofe que se avecina. Se le azotará alegremente con espectáculos de masas, con la basura de la televisión, con un sexo imposible al alcance de la mano, con ídolos del deporte, que sobre los vertederos industriales de las ciudades erigirán unos cuerpos desnudos en las vallas publicitarias como productos deseados, pero en medio del sonido que desprende una fiesta semejante se deberá oír una voz potente que anuncie medidas dolorosas, necesarias e inevitables para salir de la crisis sin que se nos permita dejar de bailar. La voz repetirá una y otra vez que todo ha sucedido por nuestra culpa. Queríamos tener dos casas, un coche de gran cilindrada, ir de vacaciones de verano a Cancún o a esquiar a los Alpes, y no cesamos de consumir sin freno, de exigir trabajar menos y cobrar más. Protegidos por el vocabulario críptico de la alta tecnología, por el jeroglífico indescifrable de las leyes religiosas del mercado, el sistema hará que te sientas un menor de edad, ignorante y cómodo en medio de la mediocridad general, te hará correr agónicamente hacia el pesebre repleto de alfalfa y cuando te tenga del todo en sus manos te enseñará a balar. Pero recientemente ha surgido un nuevo Prometeo que ha vuelto a robar el fuego del Olimpo. El héroe mitológico se ha encarnado en Julian Assange, el creador de Wikileaks, al que han encadenado para dejarlo a merced de las alimañas. Ha sido el primero, pero pronto tendrá una legión de seguidores dispuestos a apropiarse de la alta tecnología informática, como del fuego sagrado, y entonces serán los corderos los que desafíen y suplanten a los dioses.

MANUEL VICENT 12/12/2010

2 comentarios:

  1. No comparto muchas cosas con Manuel Vicent -ni siquiera lo más personal, ya que le conocí y tuve ocasión de hablar con él hace unos años- pero tengo que reconocer que tiene razón en lo que dice. Desde luego, parece que caminamos a un lugar sin sentido, si es que no estamos ya metidos en él. Sobra decir más.

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  2. Muchos personajes en las distancias cortas pierden gran parte de su encanto. Sabina es un tipo del que aprecio parte de su obra y siento verdadera admiración por algunas amistades suyas, pero me resulta un personaje totalmente insoportable e interesado. De Vicent, me quedo con su columna dominical en El País, en la que coincido con él siempre que tengo ocasión de leerla.
    De todas formas, se echan de menos en estos tiempos confusos y de atontamiento mediático más voces cultas o 'reconocidas' que sigan el ejemplo de José Luis Sampedro.

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