Battersea Power Station, la central térmica del Animals de Pink Floyd

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No, no es que los rojeras del famoso Money se dediquen ahora a especular con térmicas antiguas para hacerle la competencia a la Ciuden, ni que quieran hacer otro tanto con el emblemático edificio londinense, que en ello ya andan sus actuales propietarios. La idea es más simple, y se me ocurrió tras ver en el blog dbnews de David Bollero una foto que me parecía familiar en la que esta fábrica de luz aparece con las chimeneas iluminadas de color verde en conmemoración del Saint Patrick's Day, acontecimiento aprovechado por Treasury Holdings U.K. para promocionar la finca, el inmueble y de paso su querida Irlanda, que para eso son ricos y se han gastado 400 millones de libras en la compra del edificio de ladrillo más grande de Europa.



Este edificio, además de su importancia en la producción de electricidad —dejó de funcionar en 1983— , es conocido mundialmente por estar íntimamente relacionado con la música, apareciendo ya en 1965 en la película Help, que tenía como principales estrellas a unos chicos de Liverpool llamados The Beatles, pero sería en 1977 cuando se consagraba definitivamente como un icono del rock al ser doble portada del álbum Animals, basado en la obra literaria de George Orwell, Animal Farm, en el que Pink Floyd critica de forma mordaz la situación sociopolítica de la Inglaterra de los años 70.

Ubicada en Battersea, en el distrito de Wandsworth, fue diseñada por Sir Giles Gilbert-Scott y construida en 1939, la Battersea Power Station se encuentra en la actualidad inmersa en un proceso de transformación del que sus propietarios, los millonarios irlandeses Richard Barrett y John Ronan, esperan sacar suculentos dividendos, habiendo confiado un ambicioso proyecto al arquitecto y urbanista uruguayo Rafael Viñoly, dispuesto este a levantar un moderno edificio por encima de las chimeneas de 350 metros de la antigua central eléctrica. Por el momento esta obra faraónica de regeneración de la zona de Nine Elms, en la margen sur del río Támesis, que discurre entre los puentes de Chelsea y Vauxhall, cuenta hasta con la oposición del mismo alcalde de Londres, Boris Johnson y los problemas de préstamo de la maltrecha economía irlandesa.

Como a uno nunca se le ocurrirá apelar al sentido común de los políticos para exigir que se conserve el patrimonio de todos, y puesto que los Londres nos quedan un poco a desmano, mejor será conformarnos con la música de los Pink Floyd, que siempre nos evocan un pasado, sino mejor, al menos más joven, confiado y soñador.

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