Recuerdo una noche en León, por san Juan, en Papalaguinda lanzan fuegos artificiales al espacio, estrellas fugaces caen sobre el Bernesga. De las márgenes de río surge la melodía de El amor brujo, de Falla. La catedral iluminada al fondo parece ajena a tan desmesurado alarde pirotécnico. Desde mi infancia es la única vez que he disfrutado de ese arte con olor a pólvora, volátil y luminoso. Mucho dinero quemado en pocos instantes, mientras, la imaginación sigue sin ser financiada.
TT_D0111
Hace 8 años
0 comentarios:
Publicar un comentario